—Pero ¿la moraleja?
—Que la mujer, tal y como la ha creado la naturaleza y como se relaciona en el presente con el hombre, es su enemigo, y sólo puede ser su esclava o su déspota, pero nunca su compañera.
»Ahora tenemos la elección entre ser martillo o yunque, y yo fui un asno al hacerme el esclavo de una mujer, ¿lo entiendes?
»De ahí la moraleja de la historia: quien se deja azotar, merece que lo azoten.